
Hoy he vuelto a estar un tiempo en la Puerta del Sol, mirando, hablando y he vuelto a sentir la extrañeza de ver miles de personas sin un slogan común, sin unas consignas previas, sin un solo objetivo, sino miles, pero juntos, ocupando un espacio público, un espacio común. Felices de sentirse dueños de la calle, del poder de ser muchos, contentos del impacto mediático, aquí y en el mundo. Algo entre una fiesta y la sensación de estar viviendo algo nuevo, inédito. Cuando estás allí parece que el resto es irrelevante, que quien gane hoy es irrelevante, que los partidos y los líderes son irrelevantes, que una nueva etapa empieza. Te sientes parte de una de esas fotos de ese lugar, que verás en el futuro, como fueron por ejemplo las de la proclamación de la II República. El movimiento se extiende a otras plazas, grupos de personas se sientan en el suelo en la Plaza Mayor, en la e Benavente, Opera..., por todas partes en círculos y conversando y todo eso envuelto en el apoyo y la conversación paralela en las redes sociales, omnipresentes y gran apoyo de todo este fenómeno. Todo es un sueño y lo sabes, todos lo saben y hay un despertar de todo esto.
Sabemos que el lunes, los titulares ya serán otros, los medios tendrán otra novedad, los ganadores de las elecciones, los resultados, el reparto.... Los focos ya no estarán puestos en esto, como ya no lo están en el terremoto de Japón, Lorca o Haiti. Los medios y la atención necesitan novedades. El fenómeno habrá de sobrevivir a esta falta paulatina de atención mediática y a una necesidad imperiosa: buscar un objetivo o un número limitado de ellos que den respuesta al ¿para qué? Como estamos en una sociedad democrática, todo objetivo de cambio ha de plasmarse en leyes nuevas o en la modificación de las existentes y eso ha de hacerse en el Parlamento y para eso los partidos políticos y sus representantes serán irremediablemente imprescindibles. Esto significa que tarde o temprano esos objetivos que destilen todas estas asambleas y comisiones, todo este diálogo, en las redes o en la calle, habrán de ser canalizadas hacia partidos políticos. En este caso estos podrán ser partidos establecidos o se puede plantear incluso la creación de un partido nuevo, al estilo de lo que en su tiempo fue el partido Radical italiano. También los partidos existentes incorporarán algunas de las reivindicaciones y al hacerlo varios, esto producirá inevitables divisiones en el movimiento. Un mínimo análisis de lo oído me indica que a la vista de las excesivas reacciones en los medios de comunicación más conservadores a todo este fenómeno, parece que los partidos de centro o de izquierda son los que más fácilmente pueden integrar estas reivindicaciones pensando en renovarse para las elecciones generales del 2012.
¿Significa esto que esta "revolución cívica" no va a cambiar nada? En absoluto, todo lo contrario. El sentimiento que ha producido es el de que todo lo anterior parece ahora muy viejo. Los líderes actuales no parecen responder en absoluto a esta realidad, los mítines clásicos con sus banderas, sus eslóganes, son ya del siglo XIX, de la revolución industrial y todo esto ha quedado de manifiesto a la luz de la #spahishrevolution. Lo que venga partir de ahora ha de ser diferente. Se necesita una nueva generación de líderes, más cerca de esta nueva realidad, de esta mayoría de cambio y de esta interacción entre mundo físico y virtual. Queda mucho tiempo todavía para las elecciones generales y lo que ahora está ocurriendo va a acelerar la renovación real de los partidos, ha de hacerlo. Ya más del 60% de los españoels se declara usuario de Internet y cada año crece y lo hace más en los sectores en los que va más retrasado, por ejemplo en los mayores. Esto quiere decir que a medio plazo un ciudadano será también un usuario de Internet.
Internet produce un efecto de desintermediación en todos los sectores que toca, también en la política. Por eso en esta protesta no han sido necesarios ni relevantes los partidos políticos, ni los sindicatos, igual que está pasado en otros sectores con las discográficas, las editoriales, las agencias de viaje, etc. Las reclamaciones y las movilizaciones también han precindido de los intermediarios de la politica y si estos quieren sobrevivir a medio plazo han de buscar un nuevo "modelo" y un nuevo lenguaje. Cuando las acampadas pasen, lo que no habrá pasado es la necesidad de renovar cómo se hace política en este país. Los valores de Internet, la transparencia, la participación más directa han de incorporarse al modo de hacer política en la sociedad. Esto ha de ser inevitable y los que no lo hagan quedarán como una reliquia del pasado.
Por último, hay un elmento que me asombra y es inspirador. Algunas de las ideas que basan este movimiento proviene de pensadores de más de 90 años. Gente de hace dos generaciones que vivieron un mundo en que hubo que tomar partido, tiempos duros en los que no cabía la tibieza o la indiferencia. Uno de ellos es Stéphane Hessel, luchador de la Resistencia frncesa contra el nacismo durante la II Guerra Mundial y que desde su libro "¡Indignaos!" nos decía :"de la indignación ha de salir hoy la lucha contra la dictadura de los mercados" o "la indignación es imprescindible por el compormiso que la sigue". De hecho los acmpados se denominan a sí mimso Inidgnados. Su libro estaba prologado en la versión española por otro de estos pensadores, también de más de 90 años, José Luis Sampedro que parece entender mejor todo lo que está ocurriendo que todos lo políicos de este país y lo cuenta muy bien en este video
Otro mundo está surgiendo, poco a poco pero inevitablemente. La #spanishrevolution es una de sus manifestaciones, y no será la última.