viernes, 23 de mayo de 2008

Nunca hemos sido tan sociables


En ninguna época la tecnología ha permitido esta cantidad de comunicaciones entre personas como en el mundo actual. Al igual que antes sólo había una forma de entrar a ver el interior del ser humano, con rayos X y hoy tenemos muchas: el TAC, las resonancias magnéticas, las ecografías, el escaner, PET, gammagrafía, etc, también hoy hay muchas maneras para que dos almas muestren su interior y se pongan en contacto. A la clásica carta que tardaba días en ir y volver, y que fundamentó la relación amorosa y de trabajo durante siglos hasta la generación de nuestros padres; se pasó, a golpe de tecnología, a complementarla con la inmediatez de la llamada de teléfono fijo; a la intimidad y personalización del teléfono móvil y a los que, en apenas una década, se han unido: los mensajes cortos de los móviles, la mensajería instantánea, las reuniones en las redes sociales o en el mundo virtual como Second Life, el blog, el twitter, compartir fotos en flicker o videos en YouTube o similares........
En la red hay muchas reflexiones dedicadas a la tecnología que fundamenta estos modos de relación y muy poca dedicada a qué debe cambiar o qué puede cambiar en el ser humano como consecuencia de esta riqueza de medios y sus características. Por eso, tal y como he comentado en un post anterior, leo con tanto interés trabajos de personas como Nuria Calderón de Yo Digital . Trabajos dedicados a qué ganamos y qué perdemos o qué transformamos en estas nuevas maneras de relacionarnos, qué mostramos y qué ocultamos de acuerdo con lo que nos permite la tecnología. La serie titulada "Identidades situadas" compuesta hasta ahora por tres artículos me parece una reflexión necesaria para mostrar las claves de estos cambios. El lunes espero tener la oportunidad de hablar, a la manera clásica con Nuria y con otro de los impulsores del Yo Digital, José Sánchez en una comida juntos y espero entender mejor los trabajos que están haciendo.
Este post me lo sugirió una noticia que tuvo su momento de fama ayer mismo y que se refería al alto índice de fracasos entre las parejas que se conocen por Internet. Algunas frases del artículo desaconsejaban que las relaciones fuesen en su mayor parte virtuales, hay que verse y hablar cara a cara para tener una relación que cree lazos duraderos.:

"El psicólogo indicó que a la gente le resulta fácil implicarse demasiado emocionalmente en una relación en línea, porque no tienen una visión completa de la persona a la que están escribiendo"
o
"Las mujeres son especialmente propensas a encontrar al hombre inadecuado, ya que tienden a sentirse atraídas por comentarios ingeniosos o correos electrónicos inteligentes, explicó el psicólogo Matthew Bambling, de la Universidad de Tecnología de Queensland".
Somos personas que viven en el siglo XXI y cuyo entorno tecnológico cambia constantemente y es el habitat, el ecosistema al que debemos adaptarnos y del que debemos vivir, pero por dentro en nuestras emociones somos los mismos primitivos homínidos que colonizaron este planeta por su espíritu de colaboración y por su adaptabilidad. Somos los mismos violentos, compasivos, egoístas y generosos hombres que habitaron, Mesopotamia, Egipto, Roma, la Italia Renacentista y que crearon catástrofes como las Guerras Mundiales y grandes obras de arte e ideas de fraternidad como las que dieron lugar a la ONU, la UE o la Cruz Roja. Con esos mimbres y con la tecnología que tenemos a mano es con la que creamos los cestos de nuestra existencia. Por eso muchas veces necesitamos ayuda externa en este mundo tan exigente , incluso para cosas tan habituales como emparejarnos.
Es, por tanto, más importante comprendernos mejor que comprender mejor la tecnología porque nosotros cambiamos menos que ella y somos el componente esencial de la pócima del futuro, nos mezclemos o no con el avance tecnológico que toque en cada momento.

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