Esta mañana he salido a andar mis habituales 7 km de los
domingos y me he encontrado de golpe con que el km 35 de la maratón pasaba
cerca de casa. Con esa mezcla de envidia (¡que fuerza de voluntad!), perplejidad
(¿por qué lo harán?) y asombro (¡cuanta gente!) me he ido a dar mi vuelta cerca
del río pensando en lo que había visto. Es entonces cuando se me ha ocurrido
que lo que había visto era la voluntad de 20.000 personas por acabar un
proyecto personal en el que seguro que habin invertido muchas horas de su vida,
que constituye su reto, una superación para cada uno, un gran sacrificio (el
físico era evidente en el km 35). La palabra es: voluntad. Creo que a todos nos
impresiona esa palabra. No todos la tenemos o la cultivamos en la media que
deseamos. No todos la practicamos, pero todos admiramos lo que la voluntad
consigue. Consigue deportistas de élite, pianistas, artistas, cientificos, libros escritos, montañas subidas, etc. Hoy la voluntad de esos 20.000 corredores se escenificaba claramente
en esos 840.000 km que iban a correr entre todos, en esas 21 vueltas al mundo equivalentes pateados en una mañana de domingo.
El diccionario de la RAE define la voluntad como: “facultad
de decidir y ordenar la propia conducta”. Ordenar la propia conducta,
dirigirla a un fin y dedicar el tiempo y la concentración necesarias es una
cualidad escasa, por eso fascina. Exige una gran fe y un toque de sacrificio
frente a los “atractivos alternativos que nos rodean”.
Recordaba hoy que hace años leí con interés el libro de José
Antonio Marina “El misterio de la voluntad perdida” en el que se decía que la
voluntad parecía haber desaparecido de la literatura actual y de las
reflexiones sobre psicología, empresa o educación. En su defecto se hablaba de
“motivaciones”, de “incentivos” que parecían trasladar la responsabilidad de la
actuación, el motor de la misma a algo exterior a la persona. Sin embargo, esta
mañana, esos corredores que iban por el km 35 ya sabían que hacia tiempo
alguien había llegado ya el primero a la meta (seguramente un etíope o un keniata) pero
seguían porque no era algo externo lo que les impulsaba, era interno.
Eso es muy poderoso, lo que surge de la fuerza interior no se puede
manipular tan fácilmente. En el libro de Marina, él dice que:
“"...no nos comportamos de la misma manera si
pensamos que el resultado depende de nuestra acción, que si creemos a pies
juntillas que el resultado depende de causas ajenas, de la suerte, del
destino.¿Quién tiene el control?”
La voluntad tiene una gran virtud, resulta que cuando uno se
siente autor de su propia vida o de su éxito (aunque éste tenga siempre una
importante carga de azar) mejora nuestro rendimiento. Es una buena lección para
la educación de un niño. La importancia de uno mismo, la responsabilidad sobre
sus propios resultados están muy unidos
a la voluntad. Hemos creado alrededor nuestro un entorno de protección
para disminuir al mínimo (eso creemos nosotros) las incertidumbres de la vida
con una capa de: familia, seguros de accidentes, de vida, pensiones, derechos
de todo tipo, etc que hacen que sintamos que alguien tiene que hacerse cargo de
nuestros problemas cuando surgen. Como cuando hay un accidente o un desaguisado en una película
y alguien dice esa absurda frase “¡que alguien haga algo, por amor de Dios!!” .
Hay un elemento externo que ayuda a la voluntad y es el
deber. Como suena autoritario, hemos prescindido de él en muchas facetas de
nuestra vida pero sigue ahí haciendo funcionar todo esto. Cuando un niño llora
por la noche y su madre o su padres se despiertan y se levantan, no lo hacen ni por motivación,
ni por incentivos, lo hacen por deber y por responsabilidad hacia él y esto
hace que el resultado sea un niño que crece cuidado. Cuando un profesor da una clase o un medico
atiende una urgencia, el deber es lo primero impulsa esa acción. El deber, no exige pensar en alternativas o si quiero o no hacerlo o si lo hago después o no, exige hacerlo aquí ahora y eso, a la larga entrena la
voluntad, nos muestra los resultados del esfuerzo constante (sin apelar todavía
a la motivación) y permite plantearse sus propios retos, ya no relacionados con ningún deber. Creo que nos
equivocamos mucho cuando arrojamos el deber fuera de nuestros valores clave,
pues con él, no nos dimos cuenta pero se nos fue la voluntad, al menos la capacidad de entrenarla cada dia.
Ayer veía un documental (Apocalipsis La Segunda Guerra
Mundial) y era sobre el momento en que Alemania había acabado con Francia e iba
a atacar a Gran Bretaña. El discurso de Churchill a la nación el 18 de junio de
1940, en una de las horas negras de la nación, en vísperas de la “Batalla de
Inglaterra, no hablaba de motivación o incentivos, ni de miedos, hablaba directamente de
deber:
“Seamos fuertes en nuestro deber, y con tanta fortaleza,
que si el Imperio Británico y el Commonwealth existieran dentro de mil años, la
humanidad seguiría diciendo: Este fue su gran momento.”
Seguro que los británicos tenían miedo, incertidumbre en el
futuro, se jugaban incluso la vida, pero la voluntad de ser firmes provenía de
su deber. Al final todos conocemos el resultado, Hitler no pudo conquistar Gran
Bretaña, la voluntad de un pueblo aislado pero unido lo impidió.
Por eso ahora nos
vendría bien haber cultivado la voluntad y el deber y apelar a ellos. En medio
de este crisis, nuestra sociedad ahora tiene miedo, carece de las seguridades
que la envolvían y eso nos retrae: de comprar, de contratar, de emprender,
paralizando la economía más allá de la propia realidad. Sin embargo si
tuviéramos más voluntad sería otra cosa, confiaríamos más en nosotros mismos, en
nuestras propias fuerzas como individuos y como sociedad. Si tuviéramos lo que tenían esta mañana esos 20.000
corredores, seria todo diferente. Las
crisis son percepciones, tanto las personales como las económicas y eso depende
mucho de nosotros mismos. Cuanto más protagonistas, más responsables nos
sintamos de nuestra vida más confianza tendremos. Por eso se impulsa la figura
del emprendedor, no solo porque no hay empleo, sino porque un emprendedor es un
ejemplo de voluntad, está solo frente a la incertidumbre y solo cuenta con su
propia fuerza. En suma, en nuestra sociedad estamos en una encrucijada de
voluntades.
En las #noches de citas célebres que suelo programar cada día
en Twitter me asombra la cantidad de ellas que personajes muy diferentes, a veces inesperados, tienen
relativas a la voluntad y su importancia.
Voy a colocar aquí algunas de las mejores como final de este
post en el día de la maratón de Madrid, el día en que la fuerza de la voluntad se muestra en
publico en las calles a través de miles de corredores.
“Una sucesión de pequeñas voluntades consigue un gran
resultado”. Charlas Baudelaire
“Hay una
fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica:
la voluntad” Albert Einstein
“Si tuviésemos
suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes” François de la Rochefoucauld
“La fuerza no viene de la capacidad corporal, sino de una voluntad férrea” Mahatma Gandhi
4 comentarios:
La última cita de Ghandi engancha muy bien con la voluntad de los maratonianos. Cuando corres el cuerpo usa primero la energía del glucógeno almacenado, luego la grasa, pero cuando eso se acaba comienza a devorarse a si mismo... Ya no hay nada más de dónde sacar. Es el famoso "muro" del maratón, donde se estrellan muchos corredores más o menos por donde tú viste la carrera, sobre el km 35. ¿Que hace a una persona seguir corriendo cuando ya ha traspasado todos los limites de resistencia de su cuerpo? Sin duda la voluntad. Se dice que los maratones no se corren con el cuerpo, sino con la mente. Pero lo misterioso es el lugar del que nace esa volutad tan férrea, ese afán de superación en el que no media ningún premio externo, solo la propia satisfacción.
He llegado a este blog por casualidad después de trastear en el hashtag de la #thinking Party de hoy...y me ha gustado mucho, la verdad. Muy muy interesante...así que ¡gracias por mantenerlo!
Estoy de acuerdo con lo que comentas de la voluntad y con lo que comenta también Pablo Gonzalo, pero además de voluntad, el correr engancha. llevo toda la vida haciéndolo (con mayor o menor regularidad en función de mi tiempo) pero la satisfacción -como comenta Pablo- a lterminar la carrera, no tiene precio...al principio corría sólo 20 minutos, luego 30, luego 10 km y ahora estoy de lleno en las 1/2 maratones...y mirando de reojo a los corredores de maratones....acabará cayendo, porque esto es empezar y no parar y querer llegar a más y más...el mejor estimulante natural que conozco!
Gracias por este artículo, no soy muy deportista en realidad pero me hacen sentido tus palabras, porque me levanto cada mañana con la voluntad de construirme cada día, ser humanamente mejor cotidianamente y realizar mi trabajo con mayor compromiso, cariño y seriedad dedicado a mis alumnos, que son en definitiva los grandes constructores del futuro.
Hola José,
participé del seminario internacional de educación organizado por Fundación Telefónica, que se llevó a cabo el 25 de septiembre del 2012, y me tocó representar a Chile. Quiero enviarte un documento, por lo que necesito un correo tuyo, si por favor, me lo pudieras enviar a vlad@vladhuber.cl. Gracias.
Vlad Huber
Publicar un comentario